Por: Alejandro Céspedes

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Reed Hastings, fundador de Netflix, identificó que las empresas gastan mucho dinero y tiempo en establecer y hacer cumplir normas para evitar malos manejos de una minoría de empleados, y que estas normas reducen la creatividad y afectan el ambiente de trabajo.

En su libro “Aquí no hay reglas”, Reed cuenta la historia de Grant, un director de ventas que trabajaba en Pure Software, la empresa que Reed fundó antes de Netflix. Grant estaba furioso porque en su último viaje de trabajo había tomado un taxi y no le querían reembolsar su dinero porque también había alquilado un carro y la política era que durante visitas a clientes se podía alquilar un carro, pedir taxis, pero no ambos.

El director de ventas había alquilado un carro porque las oficinas del cliente se encontraban a dos horas de distancia, así que un taxi hubiera costado una fortuna. Resulta que una noche hubo un evento con clientes a quince minutos del hotel donde Grant estaba hospedado, y como sabía que iba a tomar licor, decidió pedir un taxi. Pero ahora el área financiera se negaba a reembolsarle el costo del taxi por la política de viajes. La reacción de Reed fue tratar de pulir la política para evitar que una situación así se volviera a presentar. Grant eventualmente renunció cuando perdió confianza en la empresa al ver en qué gastaba tiempo la alta dirección de la empresa.

Esta situación llevó a Reed a decidir que no iba a permitir que en Netflix se perdiera tiempo en este tipo de cosas, ni que sus empleados sintieran que reglas tontas les impedían tomar buenas decisiones. Según Reed, esta era la mejor forma de coartar la creatividad y espantar a los empleados talentosos.

Estas reflexiones fueron el origen de la cultura Netflix, la cual se basa en libertad y responsabilidad. Por ejemplo, la política para viajes, entretenimiento, obsequios y otros gastos tiene siete palabras: “Actúa en el mejor interés de Netflix”. La política de vacaciones es: “Tómate vacaciones”, sin ningún tipo de límite. Y la política de licencia parental es: “cuida de tu bebé y de ti mismo”.

La reacción natural ante tanta libertad es de preocupación por los abusos que se podrían presentar y aunque los hay, son muy pocos y Reed sabe que cuesta mucho más el establecimiento de políticas, normas y procedimientos para evitarlos. Netflix ha demostrado que, con los empleados correctos, con buen ejemplo de la dirección y con suficiente contexto, una empresa puede operar perfectamente sin una infinidad de reglas tratando de controlar todo.

La Contabilidad del Trúput comparte las mismas premisas de la cultura empresarial de Netflix. En lugar de enfocarse en políticas centradas en costos unitarios y márgenes de rentabilidad, la Contabilidad del Trúput se basa en la premisa fundamental de tomar decisiones que impacten positivamente la utilidad neta y el retorno de la inversión de la organización.

Es triste ver cómo muchos empleados terminan tomando decisiones en contra de su intuición y del interés de las empresas donde trabajan, solo por cumplir políticas y reglas. Recuerdo el caso de un director comercial que se quejaba de las oportunidades comerciales que se desperdiciaban porque había una política que impedía que el costo del flete superara cierto porcentaje del valor del pedido total. En cierta ocasión apareció un cliente interesado en comprar un inventario obsoleto que la empresa llevaba almacenando por años, pero no fue posible venderlo por la política del flete. También hay incontables casos en los que se pierden ventas porque no cumplen con el margen de rentabilidad esperado, a pesar de ser pedidos grandes y estratégicos, que impactarán positivamente la utilidad global de la compañía.

Todo este control que se establece a través de estas políticas ocasiona que las empresas incurran, sin darse cuenta, en sobre costos enormes. Una simple política de “toma decisiones que aumenten la rentabilidad” no solo simplifica los procesos decisorios, sino que evita las muchas distorsiones que genera la contabilidad de costos tradicional, y de paso empodera a los empleados, alineando mejor responsabilidad con autoridad.

Al igual que en Netflix, habrá situaciones donde un empleado toma una mala decisión, pero los beneficios de esta mayor flexibilidad supera con creces unas (pequeñas) pérdidas. Al final del día, tanto la cultura empresarial de Netflix como la Contabilidad del Trúput comparten un objetivo común: crear un entorno donde la libertad y la responsabilidad se combinen para impulsar la innovación y la rentabilidad. Si bien puede ser tentador aferrarse a las reglas y políticas como una forma de mitigar los riesgos, tanto Netflix como la Contabilidad del Trúput nos recuerdan que a veces es necesario dejar espacio para la libertad y la creatividad para cosechar verdaderos beneficios a largo plazo.

Si quieres conocer más de La Contabilidad del Trúput, te invitamos a que veas en un minuto sus conceptos principales en nuestra cuenta de Instagram en este enlace.

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