Por: Simple Solutions

Un candidato a la alcaldía de Medellín ha llamado la atención con su propuesta de volver el metro gratis, inicialmente para estudiantes y personas con discapacidades, y luego extenderlo gradualmente a todos los usuarios. A pesar de las posibles connotaciones populistas de esta propuesta, es una buena oportunidad para analizar un error común que cometemos al calcular el nivel de utilización de nuestros recursos.

Es razonable suponer que la gratuidad del metro aumentará la demanda, por lo que es fundamental conocer cuál es la capacidad actual del sistema y si será capaz de satisfacer la mayor demanda.

La forma convencional de medir la utilización es mediante cifras agregadas de demanda y capacidad. El metro tiene capacidad de transportar hasta 1.2 millones de pasajeros por día, y actualmente atiende alrededor de 850 mil pasajeros diarios, pero no se puede concluir automáticamente que el metro está siendo utilizado al 85% de su capacidad y que puede atender un 15% más de usuarios sin ningún problema.

Estos promedios ocultan la variabilidad que se manifiesta de diversas maneras. En primer lugar, existe una variabilidad inherente tanto en la demanda como en la capacidad. Un promedio de 850 mil pasajeros al día significa que en algunos días transporta más y otros menos. Lo mismo ocurre con la capacidad de 1.2 millones de usuarios al día, la cual se ve afectada por bajas en el personal, accidentes leves o mantenimientos. Cuando la demanda y la capacidad son muy parecidas, pequeñas variaciones en direcciones opuestas (una demanda por encima del promedio y una capacidad por debajo del promedio) pueden generar demoras significativas en la prestación del servicio.

La variabilidad también se manifiesta a lo largo del tiempo, ya que el uso del metro no es uniforme durante el día o la semana. Cualquier usuario regular del metro sabe que hay horas pico durante el día en las que la capacidad del metro se ve a gatas para atender la demanda en esas franjas horarias.

La variabilidad tampoco es uniforme en todos los recursos, ya que puede haber líneas del metro con una mayor demanda que otras. Por ejemplo, si la línea A y la línea B del metro tienen una utilización del 95% y 75% respectivamente, no es correcto concluir que la utilización promedio es del 85%.

Este es el motivo por el cual muchos gerentes de operaciones tienen dificultades para explicar por qué, a pesar de tener una capacidad de producción superior a la demanda, son lentos para producir y no logran cumplir con las fechas prometidas de entrega. En sus instalaciones ocurre algo similar a lo del metro: la demanda y la capacidad fluctúan, hay épocas del mes donde la demanda es mayor (el afamado “síndrome de fin de mes”) y unos centros de trabajo se sobrecargan mientras otros permanecen ociosos.

En resumen, aunque en cifras gruesas pareciera que la capacidad de la operación es suficiente para atender la demanda, al analizar el impacto de la variabilidad con más detalle, puede que la conclusión sea diferente. Para evitar caer en este error, debemos medir correctamente la utilización de nuestros recursos, haciéndolo de forma desagregada para evitar las distorsiones de los promedios. Con esto claro, debemos contemplar alternativas para explotar mejor la capacidad de nuestros recursos, aprovechando los momentos de menor utilización.

En el ámbito de la manufactura, esto podría implicar la producción de inventarios durante períodos de baja demanda para liberar capacidad en momentos donde la carga aumenta, o podría significar el uso de recursos menos eficientes que le podrían descargar trabajo a los recursos más sobrecargados.

En el caso del metro, dado que es un servicio, la aplicación de estos principios resulta más compleja. Por esta razón, si la propuesta de metro gratis se materializa, el costo del programa no se limitará únicamente a la movilización de pasajeros como sugiere el candidato. La mayor demanda probablemente requerirá un aumento de la capacidad del sistema de transporte, incrementando los gastos de operación, con la burocracia y la corrupción que esto lamentablemente conlleva. El resultado final será mayores impuestos, los cuales tendremos que pagar todos los habitantes de Medellín. Beneficios sin algún tipo de sacrificio o costo asociado no existen. Como dijo Milton Friedman, premio nobel de economía, “no existe tal cosa como un almuerzo gratis”.