Por: Alejandro Céspedes
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La semana pasada mi mamá me contó que iba a cambiar el televisor de su habitación. Cuando le pregunté qué le ocurría al TV me respondió que no sonaba porque estaba dañado. Cuando le pregunté cómo sabía que estaba dañado, me respondió: “porque no suena.”
Esta conversación me recordó lo fácil que es caer en las garras de la lógica circular que se presenta cuando la afirmación se convierte en su propia evidencia: el televisor no suena porque está malo, y la evidencia de que está malo es que no suena.
En términos más formales, la lógica circular es un patrón de razonamiento en el que la evidencia y la conclusión se refuerzan mutuamente, creando un ciclo cerrado sin una base sólida. En este enfoque, la afirmación inicial se utiliza como prueba de sí misma, creando una ilusión de validez y dificultando la identificación de la verdadera causa de un problema.
Este círculo vicioso se manifiesta con frecuencia en nuestro día a día. Por ejemplo, si las ventas de nuestra compañía se reducen, el área comercial puede justificar la caída en ventas argumentando que los precios se han incrementado mucho. Aunque puede ser cierto, a menos que indaguemos un poco más, la única evidencia de que los precios están altos es que las ventas se redujeron, lo cual nos hace caer en un círculo sin salida.
Eli Goldratt, creador de la Teoría de Restricciones, proponía romper la lógica circular aplicando el concepto del “efecto predicho”, el cual consiste en buscar efectos adicionales esperados y verificables de la causa formulada. Es decir, si los altos precios son la razón de las bajas ventas, debemos validar la causa buscando otros efectos esperados de que los precios sean muy altos, para luego verificar si existen o no.
Un efecto predicho de que nuestros precios están altos podría ser que perdimos participación de mercado, lo que reforzaría la hipótesis de que nuestros clientes nos dejaron de comprar por alternativas menos costosas. Ahora bien, si un análisis más minucioso arroja que la participación de mercado se ha mantenido, entonces el incremento en precios no fue la causa de la reducción en ventas. En este caso, bajar precios sería un error, pues no estaríamos atacando la causa correcta.
Aplicar este proceso de pensamiento es más fácil de lo que parece. Regresando a la historia del televisor, lo que hice ante las respuestas de mi mamá fue validar si el televisor emitía sonido en algún momento, y su respuesta fue que cuando ponía Netflix el sonido funcionaba sin problema alguno, y que la ausencia de sonido se presentaba solo cuando intentaba ver televisión por cable.
Esto invalidaba que el TV estuviera dañado, así que formulé una nueva hipótesis: la televisión por cable no suena porque los cables de audio están dañados. El efecto predicho de esta causa sería que esos mismos cables no funcionarían en ningún dispositivo. Así que tomé los cables y los conecté en el TV de la sala y validé que dejó de sonar. Mi hipótesis quedó confirmada y mi mamá se ahorró la compra de un nuevo televisor.
Esta historia puede sonar como una simple anécdota familiar pero no lo es, pues de ella podemos derivar un proceso de pensamiento que potenciará nuestra habilidad para encontrar las causas raíz de nuestros problemas y saber dónde enfocar nuestra atención.
Los pasos para aplicar el “efecto predicho” son:
- Identifica la lógica circular en tus conversaciones o pensamientos cuando se exprese una causa para explicar la existencia de algo. Por ejemplo, supongamos que la rotación de personal en una empresa aumentó considerablemente el último año, y alguien sostiene que la causa es que los empleados están desmotivados.
- Piensa en un efecto que debería presentarse si la causa presentada es válida. En el ejemplo, si los empleados están desmotivados, ¿qué otros efectos esperarías observar en la realidad? Un efecto predicho podría ser que las encuestas de clima recientes deberían mostrar calificaciones bajas.
- Verifica la existencia del efecto predicho. Esta verificación puede ser muy rápida, o puede requerir algo de investigación o experimentación. En este caso, bastaría con analizar los resultados de las últimas encuestas de clima laboral para ver las tendencias.
- Si el efecto predicho existe, busca más efectos predichos de la causa propuesta si aún no estás convencido de la causa. Si el efecto predicho no existe, busca causas adicionales y repite el proceso desde el paso 2. En el ejemplo, supongamos que la encuesta de clima no evidencia desmotivación en los empleados, así que se hace necesario formular otra hipótesis que explique la mayor rotación del personal, por ejemplo, que los salarios de nuestra empresa son bajos.
Adquirir la costumbre de aplicar el efecto predicho en nuestros análisis va a mejorar nuestra habilidad para resolver todo tipo de problemas. Este concepto hace parte de los procesos de pensamiento, una de las bases de la Teoría de Restricciones, diseñados para identificar qué cambiar, hacia qué cambiar y cómo inducir el cambio. Si quieres profundizar más en este tema, te recomendamos leer el libro “La Decisión” de Eli Goldratt.